A juicio por revelar la identidad de un agente de la CIA


El 22 de junio de 2008 el nombre de Deuce Martínez apareció en la portada del New York Times. Pero la fama no era lo que buscaba. Era uno de los principales agentes de la CIA encargado de interrogar a los prisioneros de Al Qaeda. Un ex agente de la central de inteligencia filtró sus datos al New York Times y ahora enfrenta un juicio por violar el Acta de Espionaje, pero no se investigan las torturas.
Por Gabriel Martin
La fuente del periodista Scott Shane fue el ex agente de la CIA John Kiriakou, acusado el 23 de enero de 2012 por violar el Acta de Espionaje, al filtrar información clasificada etiquetada de sensible para la seguridad nacional sobre la identidad de un  agente sus actividades en los interrogatorios en la prisión de Guantánamo. Kiriakou puede pasar varias décadas en prisión si es encontrado culpable.
 
Lo que Kiriakou reveló al NYT fue el rol de Deuce Martínez en el interrogatorio de Abu Zubaydah, presentado como el primer detenido de importancia de Al Qaeda. Zubaydah fue capturado en Faisalabad, Pakistán, en marzo de 2002 y desde 2006 se encuentra encarcelado en el Campo 7 de la prisión de Guantánamo donde padeció severas torturas, golpizas, aislamiento, privación del sueño y  alimentos sólidos, posiciones estresantes y el submarino, conocido popularmente en Estados Unidos como waterboarding, defendido por la mayoría de los candidatos republicanos como una práctica válida para obtener información.  Nunca se presentaron cargos contra  Zubaydah. 
 
El testimonio sobre las bestiales torturas contra Zubaydah fueron recogidas por el Comité Internacional de la Cruz Roja, publicado en febrero de 2007
(1) en un catálogo sin precedentes de la vejación humana, a la que George W. Bush describió como “procedimientos alternativos diseñados para ser seguros, de acuerdo con las leyes, la Constitución y los acuerdos (internacionales)” (2)
 
Estas prácticas se aplicaron a Zubaydah porque, según palabras del propio presidente de los Estados Unidos, se mostraba evasivo con los interrogadores y había dejado de hablar. Pero en su investigación sobre la guerra de la CIA contra Al Qaeda, el periodista Ron Suskind recoge testimonios que señalan al supuesto jefe de logística del terrorismo, apenas como un personaje menor destinado a tareas mínimas como llevar a esposas y niños de viaje. Zubaydah había recibido en 1992 durante la guerra civil de Afganistán el impacto de un mortero que le provocó pérdida de memoria e incapacidad para hablar por más de un año. El testimonio más contundente provino de Dan Coleman, uno de los expertos sobre Al Qaeda del FBI, que reportó a sus jefes: “Este tipo está loco, con desórdenes de desdoblamiento de personalidad”
(3)
 
Pese a la doctrina difundida por Fox en su serie 24 para validar la tortura a cambio de información que salve a miles de inocentes, los vejámenes infligidos a Zubaydah no produjeron ninguna pista, gastando millones de dólares en seguir falsas alarmas. Más que un terrorista inquebrantable a las torturas, Zubaydah era apenas un joven con desórdenes mentales.
 
El artículo de Scott Shane del que Kiriakou sirvió de informante, señala que luego de que un equipo de la CIA torturaba durante días al prisionero secuestrado, Deuce Martínez era uno de los interrogadores que hacía el juego de “policía bueno”. Según el New York Times, Martínez nunca había sido agente encubierto y otros agentes ya habían sido citados en artículos y libros, y terminó a cargo del interrogatorio de Khalid Sheik Mohammed, presunto organizador del 9/11. Lo que sí cita el informe es que Martínez no hablaba árabe ni ninguna lengua de los terroristas perseguidos, sólo tenía una carrera como analista de narcóticos y ninguna experiencia en interrogatorios. Así y todo, en los primeros meses posteriores al 9/11 ingresó al programa de la CIA y viajó a Pakistán. Luego de la captura de Zubaydah el 28 de marzo de 2002, Martínez viajó con el prisionero a una prisión de la CIA en Tailandia, cerca de Bangkok, donde comenzó a interrogarlo.
 
Kiriakou fue el primero en interrogar a Zubaydah y confirmó públicamente en televisión que el prisionero padeció torturas
(4) , aunque afirmó que empezó a “colaborar” en apenas 35 segundos durante el primer submarino, se le habrían practicado waterboarding al menos en 83 ocasiones.  
El director del American Civil Liberties Union, Anthony Romero, se mostró consternado por la causa judicial ya que “el gobierno continúa investigando a aquellos que investigando y denuncian sobre aquellos que cometen torturas en vez de investigar a las personas que practican la tortura”(5) .
 
Según Kiriakou, la práctica del submarino la consideró necesaria en su momento y contexto, pero la califica de tortura. Ahora debe pagar una fianza de 250.000 dólares para asistir en libertad al juicio iniciado por el FBI que puede depositarlo varias décadas en prisión por denunciar las torturas de la CIA, que había presionado para investigar a los abogados de los detenidos en Guantánamo, que estaban buscando identificar a los interrogadores para acusarlos por las torturas.
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1. ICRC Report on the treatment of fourteen “High Value Detainees” in CIA custody, Washington, Feb, 2007
 
2. Council on Foreing Relations, President Bush statement regarding Secret Detention Center in the EU, 06/09/2006
 
3. Ron Suskind, The one percent doctrine. Deep inside America’s pursuit of it enemies since 9/11, Simon and Schuster, 2006
 
4. ABC News, Coming from the Cold: CIA spy calls waterboarding necessary but torture, 10/12/2007
 
5. Los Angeles Times, Ex CIA officer charged with disclosing classified information, 24/01/2012
 



1 comentario:

  1. Este y tantos otros artículos reveladores de el periodista Gabriel Martin respecto a la tortura cotidiana practicada sistemáticamente por las fuerzas estadounidenses, deberia hacernos reflexionar tambien respecto a lo que ocurre en nuestro país no ya con las Fuerzas Armadas como protagonistas como en otros oscuros períodos de nuestra historia, sino poniendo el ojo crítico en las diferentes fuerzas policiales capitalinas o bonaerenses, y tanto más en el interior del país, las cuales no son controladas en este tipo de vejámenes, sino muy por el contrario apoyadas en el silencio cómplice y oportunista guardado por la política feudalista de muchas provincias de nuestro país.

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