Entrevista a Laidi Fernández, escritora cubana


Adelaida Fernández de Juan, presentó en la pasada Feria Internacional del Libro 2006 la publicación en Argentina de su libro “La hija de Darío”. Habla como una locomotora haciendo honor a esa capacidad caribeña de disparar palabras a una velocidad notable, pero con articulada dulzura, mientras inunda el ambiente con el humo amargamente exquisito del tabaco cubano.
Lleva nombre propio, a fuerza de trabajo y salud puesta en el mismo. Le podría pesar la carga de ser hija del gran Roberto Fernández Retamar, ese poeta y escritor cubano que  ostenta una de las mejores plumas castellanas.
Laidi tiene la capacidad de convertir algo trágico, en un cuento gracioso que no esconde lo real.
Trabaja en un hospital, y fuma demasiado pero no encuentra contradicción en ello: “A la muerte hay que ayudarla, y además, sólo te llega la hora cuando te toca, sino míralo a Compay  Segundo que bebía como loco y pitaba habanos todo el tiempo”, es la respuesta habitual a cualquiera que le haga una observación a esta mujer, hija de la Revolución Cubana, que reitera una y otra vez que “por nada en el mundo me iría de la Isla”. Y de eso habla, de literatura, la cultura y la revolución, y las prioridades de la integración cultural Latinoamericana.

Por Gabriel Martin
 
Hablemos un poco de cultura y revolución cubana, su papel en la revolución hoy en día.
En la actualidad, para hablar en general de Cuba y darle un marco, te digo que Cuba va bien. Hemos superado la gran crisis económica que hemos tenido en los ’90 que, como es comprensible, influyó severamente sobre la cultura. En los ’90 decayó extraordinariamente la publicación de libros, plástica y demás expresiones que son productos caros, y es comprensible que primero hay que comer para poder pensar.
Hemos pasado de esa fase de sobrevivientes a una superior a las condiciones anteriores a la crisis. En este momento las publicaciones en mi país están en auge.
Tradicionalmente la Feria Internacional del Libro en Cuba tenía una prioridad la capital, siempre se hacía en La Habana, pero desde hace dos años la Feria se traslada a catorce provincias y dura más de dos meses, se hace una gira y termina en Santiago de Cuba donde se clausura.
Se exponen todos los títulos que se han triplicado en los últimos dos años la cantidad de publicaciones, y en cada provincia nos vamos nutriendo de las novedades que allí se produjeron. Cada provincia tiene editoriales municipales y provinciales. Hay una revolución en el mundo del libro, y vamos conociendo a “las glorias” locales que hay en cada provincia, que es algo muy enriquecedor y se genera mucha colaboración.
Los escritores miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uniac) siguen aumentando y en la actualidad hay alrededor de mil. Es cierto que hay muchísimos escritores que no son miembros de la Uniac, porque no es obligatorio. La Uniac es una organización no gubernamental a la que se aspira y los que no son miembros quisieran serlo, pero hay un comité que decide el ingreso a la misma.
En cada provincia hay subsedes de la Uniac, cuya central está en La Habana. La idea no es sólo práctica sino estéticamente linda, se hace en casas viejas de la época colonial y en cada provincia la sede no es un lugar donde se hacen trámites y papeleo sino que es un espacio cultural en sí, donde se hacen exposiciones, con vida propia, tanto en literatura, música y plástica.

¿Cómo es que un escritor puede ingresar a la Uniac?
Depende de la calidad de la obra. No se puede ser miembro siendo un escritor inédito, sino que tienes que publicar un libro. Pero para esto hay muchas posibilidades por la gran cantidad de concursos, entonces el que gana un premio en una provincia o mismo a nivel nacional ya puede pensar en publicar.
Poner una palabra detrás de la otra no te convierte en escritor. Por eso hay un comité que decide la aceptación del aspirante a la Uniac.

¿Hay alguna temática hegemónica que tratan los escritores cubanos?
Desde mi lugar de jurado por lo que puedo hablar con propiedad porque ya llegué a ser de Casas de las Américas que ya tiene carácter internacional, y me sirve de termómetro para ver qué pasa. Los escritores jóvenes, en su temática, no varían de una provincia a otra. Y descubrí que los hijos nos parecemos más a nuestros tiempos que a nuestros padres, pues la literatura cubana va marcando y estampeando las cosas que ocurren en mi país. A principios de los ’90 era la crisis económica, el llamado período especial, la crisis de los balseros y la prostitución, eran los temas más recurrentes. Este período ya ha sido superado, el país está mucho mejor entonces eso se refleja en la literatura.
Actualmente noto mucha más tranquilidad y énfasis en el tema literario como tal y sobre la estética literaria, y el reflejo de la sociedad con mucho humor. Hay un destape sexual en la literatura que no era habitual, tanto heterosexual como homosexual. Y esto es un símbolo de libertad en todo sentido, y especialmente en una sociedad básicamente machista como la cubana, es un sacudón de la pacatería, el rechazo que había ya no existe.
Y el tema de la inmigración, pero no con el dolor traumático de los balseros, sino de cómo los cubanos que nos quedamos en Cuba, vemos la añoranza de los que se fueron. Ya no se nota el encono que se vivía a principios de la Revolución, de que todo el que se iba era uno que abandonaba la lucha. Ahora se lo entiende como una razón económica y no política.

¿Con la crisis de los balseros se lo tomaba como un abandono y traición a un período crítico de la Revolución?
En realidad no. Con la información que sale al resto del mundo es difícil de explicar. Hay que tener en cuenta un detalle muy importante para entender el tema de los balseros, y es la llamada Ley de Ajuste Cubano de Estados Unidos, de la cual está detrás la Fundación Nacional Cubano Americana, lo que nosotros llamamos la mafia de Miami. Cualquier latinoamericano para ingresar a los Estados Unidos ya sabemos por lo que tiene que pasar, a los mexicanos los matan en la frontera con Tijuana, a los haitianos los echan a patadas y así con todos. A los cubanos no, “gracias” a la Ley de Ajuste Cubano, cada cubano que pise tierra estadounidense, sea por el medio en que llegó, es bienvenido. Eso lógicamente es un atractivo canto de sirenas.
La crisis de los balseros ocurre en el peor momento del Período Especial[1], que fueron momentos muy duros en mi país, especialmente en 1994-1995. Y efectivamente había muchas personas que no confiaban en que el país no saldría de la crisis. No lo veíamos tanto como una traición política, sino como que no se estaba confiando en que saldríamos de esto, y es que realmente estábamos muy mal.

La pregunta apunta a que la contrainformación imperial, lo mostraban como una crisis de la revolución cubana, y ya sabes que las cadenas de noticias bajan la información que emanan de esos centros. Entonces la crisis de los balseros era evidenciado como un abandono masivo de la revolución, “los cubanos se van” era el eje, ante la represión supuesta de Fidel Castro.
Eso es una barbaridad. Veamos, ¿por qué la crisis de los balseros? Bueno, primero el país estaba muy mal económicamente, y cualquiera que te dijera que puedes ir a determinado lugar y conseguirías empleo implicaba una gran tentación. Esto es económico, no política. Luego tienes la Ley de Ajuste Cubano, que llegas, te dan la ciudadanía y demás beneficios. Y en tercer lugar, que empezaban en esa época y se mantiene hoy, es el tráfico de personas, que en Estados Unidos, los cubanos cobran 2000 dólares por cada cubano que lleven, entonces una lancha que tiene capacidad para diez personas, montan a treinta, porque con eso ganan dinero.
Por eso cuando la prensa internacional dice que Fidel Castro bota a esa gente en el mar para que se vayan, es una ignominia terrible. De hecho nuestras lanchas guardacostas van escoltando a los balseros instigándolos a volver, explicándoles los peligros. Pero eso se hace hasta que salen de las aguas cubanas y pasan a las internacionales. Esto para nosotros es una tragedia, y cuando se hunden se intenta el rescate, o inclusive se los encuentra a la deriva en las playas. Esta gente se reincorpora a la sociedad, no pasa nada, pero con una historia de una vivencia atroz.

En definitiva ante una crisis económica, pasa en cualquier parte de América Latina la idea de emigrar. En Argentina a fines de los ’80, luego en los ’90 y con la crisis de 2001 las colas en las embajadas eran inmensas con al idea de erradicarse en otro país. Pero nadie dice que es por una razón política.
Pues ahí tienes, ¿cuántos argentinos se fueron a España y al resto de Europa, o mismo a los Estados Unidos? Miles. Y como decía, el tema de los emigrantes es algo muy doloroso para nosotros y se refleja en los libros y el cine. Los que se han ido tienen mucha añoranza, y los que nos quedamos, también. Y es normal por los vínculos de amistad o familiares.
Bush, que es algo así como el King Kong de la estupidez, porque la poca capacidad de invención que tiene la usa para el mal  y promulgó una ley que dice que cada cubano que está en Estados Unidos, para poder visitar a los cubanos que están en Cuba, determinó él a quien se considera familiar para dejarlo ir. Entonces exclusivamente EE.UU. sólo permite viajar a hermanos, padres o hijos, como si quisiera modificar los códigos civiles. Ahora, sobrinos, tíos, abuelos, no son considerados familiares, se rompe el vínculo. Y por decisión de la Casa Blanca sólo se puede viajar cada tres años.
En la tierra de la libertad, te determinan cada cuánto puedes viajar y sólo a quién  puedes ver.
Lo mismo con las remesas de dinero que envían, que sólo tienen un tope y pueden hacerlo cada tres meses. Eso creo grandes problemas inclusive en Miami. Hubo un caso muy enigmático de un padre que quería viajar para ver a un hijo en Cuba que tenía cáncer y no lo dejaban salir porque no habían pasado tres años de su última visita. Ese padre se suicidó en el aeropuerto.
Esas son las restricciones del gran país de la libertad.

Estas son las cosas que no se reportan, en cambio si hubiese sido a la inversa, que un hombre se suicida en el aeropuerto de La Habana porque no puede salir hubise sido reflejado por todos los medios.
Efectivamente, no se sabe mucho de Cuba y de lo que se sabe no se está muy bien informados, y estamos acostumbrados a este manipuleo.

¿Y cómo lo percibe un cubano que sale, como en tu caso para venir a la Feria del Libro?
Pues yo estuve en la Feria de Guadalajara en 1993, en 2003 en Santo Domingo y ahora en Buenos Aires. Encuentro una solidaridad muy grande y me produce una inmensa alegría. Un gran interés por saber de Cuba  pero sin ninguna mala leche detrás. En el plano personal recibo mucha calidez donde sea que voy, y mucho respeto.
Nosotros tratamos de ser coherentes. A veces despierto sorpresas porque la guerra mediática es muy fuerte, y a la gente, como le parece tan monstruoso lo que dicen, generan el efecto contrario, y generan duda. Entonces cuando se toma contacto, se entabla ese diálogo por el hambre del conocimiento.
Yo no digo que vivimos en un paraíso, que está todo bien, porque no puede ser. En mi país hay muchísimas escaseses y limitaciones. Diciendo la verdad nos liberamos de todos esos fantasmas.

En esa guerra mediática se ocultan, por ejemplo, los datos de la mortandad infantil, que se habla de América Latina pero se excluye a Cuba que hace dos años superó a Suiza.
Eso sí que realmente molesta mucho, porque son grandes logros de la Revolución Cubana, y se los pretende tapar como si no existiesen. Mi país alcanzó índices de salud y educación del primer mundo, y es un orgullo. Detrás de esto hay una gran tarea.
Los niños en su primer año de vida reciben una atención impresionante por parte del Estado. Lo mismo en educación.

Lo mismo pasa con la literatura. Porque si Dan Brown, con un libro mediocre como el Código Da Vinci, hubiese nacido en Cuba, no lo hubiesen leído más de mil personas…
¡Por supuesto! Ahí estamos hablando de cultura y mercado. En este terreno estamos en gran desventaja para luchar en el exterior. Igual seguimos en la batalla.
Ocurre un fenómeno que es algo así como la prostitución de las letras. Nosotros tenemos muy en claro que títulos y temas serían vendidos como pan caliente, pero resistimos a eso.
Pero los que caen en esa tentanción…como escribir un ensayo de desprestigio contra la Revolución Cubana, se vende enseguida. El tema sexual lo tratamos como cualquier cosa, la homofobia es tratado entonces tampoco llama la atención.
En cambio, si se pone a escribir sobre que uno es perseguido, que pasa hambre, tiene impacto en el mercado cultural, que ya no tiene casi nada de literario.

Ocurriría lo mismo si se dan una política editorial de apología de la Revolución Cubana.
Eso es un “teque”, una exageración de lo bueno, y es tan antiproducente como el “antiteque”. Puedo escribir, utilizando un “teque” verdadero, como que la salud en Cuba es una maravilla con mejores índices que en Suecia, que te puedes operar gratis y todas esas cosas. Pero como sólo te estoy diciendo lo bueno, me convierto en una “tecosa”, sin decirte que hay cortes de luz, que sólo hay un pan por día, que la leche para los niños luego de los siete años no es más subvencionada. Y la vida no es blanca ni negra, tiene todos los grises.
Hay apagones pero la salud es gratuita; sólo puedes comprar un pan en el día pero si tienes que operarte de apendicitis no te cuesta un centavo; apenas tenemos ocho canales de televisión y tiene poco entretenimiento, pero nunca te van a interrumpir un programa con una publicidad, porque la televisión es del Estado; tenemos apenas tres periódicos pero no te vas a encontrar ninguna publicidad en una página.
Entonces tanto el “tecoso” es tan aburrido para leer como el “antitecoso”.
Por ejemplo, a mi hijo lo mordió un perro originó una odisea increíble. No es como aquí que llamas a un teléfono para que agarren al perro y listo. Tuve que localizar al animal, porque hay que vigilarlo por diez días porque sino al niño había que ponerle veintiún inyecciones. Localicé el lugar dónde deberían vigilar al perro, pero el perro estaba en un lugar que era de un organismo estatal, tuve que buscar por la guía a Sonosis, cuando fui me dijeron que no tenían ni auto ni combustible para ir a buscar al perro, entonces yo tenía que llevar al perro, y yo le preguntaba qué pasaba si el perro me mordía a mí también…en fin, eso a quién carajo le puede importar. Y se me ocurrió un cuento, lo escribí y todos pensaban que era surrealista, por todas las locuras que fue solucionar un tema muy sencillo.
Cuando estábamos en lo peor del Período Especial uno de mis hijos cumplía años. Yo quería hacerle una fiesta y mis amigas me decían que estaba loca, que no había dinero y cómo se me ocurría hacer una fiesta infantil. Yo les decía que no quería que mis hijos recuerden que por culpa del Período Especial no tenían su fiesta, sino que recuerden que había globos, pitos y máscaras. Entonces cuando mi hijo cumplía tres años tuve que hacer un plan increíble.
Entonces, una amiga me regaló unos zapatos, que para colmo eran rosados. Pero tenían huecos. ¿Qué ropa le pondríamos al niño? Tenía una bata de dormir que no usaba, entonces fui a ver  a una paciente del hospital para que me haga de eso una camisa. No había globos, “¿y para qué quieres globos?” me decían, “pues yo quiero que el niño tenga globos”, entonces como los preservativos son muy baratos por la campaña contra el Sida, compramos montones de preservativos para que el niño creyera que eran globos. Pero era muy obvio entonces había que pintarlos, entonces teníamos un medicamento para hongos vaginales que los dejaba violeta ¡y parecía que hubo una orgía con mujeres con hongos!; luego que no había donde poner el refresco, lo  pusimos en un balde de limpiar, y para conseguir los vasitos tuve que hablar con un amigo piloto de avión para que me traiga los vasitos, la torta la hizo un ingeniero en minas, que fui a ver e hicimos un trueque, y luego “¿quién hace de payaso?”, había un neurocirujano que cuando termina en el hospital hace de payaso y se gana unos pesitos, así que fui a su hospital a verlo.
En aquel momento eso lo viví como algo natural, porque era el momento era difícil y te adaptas. Y recordaba esa frase tan divina de mi padre, Roberto Fernández Retamar, muy dramática: “El que no vive como piensa, termina pensando como vive”. En aquel momento yo pensaba así porque vivía así. Y así fue el cumpleaños de mi hijo, lo logré pese a todo.
Y los escritores necesitamos tomar distancia ante de escribir. Cuando fui de médica al Africa, pude escribir mucho tiempo después por la conmoción que me ocasionó aquello. Entonces comencé a escribir un cuento que me divirtió muchísimo y se lo mandé a muchos amigos. Una amiga que es traductora de la Universidad de Harvard decía que yo debía ganarme el Nóbel a la imaginación. Una amiga argentina no me contestó, silencio absoluto, pero al año siguiente ya estaba todo un poco más relajado y para el día del cumpleaños golpean a la puerta, era el cartero con paquete y me decía “La señora Cipe Fridman le envía esto”, y era una caja con globos, platos, vasitos, cotillón…y así año tras año como caído del cielo, pero no lo había escrito con ese sentido.
Como resultado de ese cuento, la charla era explicar que eso era normal, eran las condiciones. Preferí hacer ese cuento. Si yo hubiese hecho un artículo que para el cumpleaños de mi hijo no había huevos, no había torta, tuve que dar un pantalón por los globos, por lo que a la hora de escribir, eso hubiese sido aburrido o no me hubiesen creído.
Le busqué el lado gracioso. Porque yo sí tengo clarísimo como el agua que jamás me voy a ir de Cuba. Me da lo mismo comer un pedazo de pollo que no comerlo. Voy a estar ahí.

Se ha llegado a escribir la teoría de que a Camilo Cien Fuegos lo manda a matar Fidel, o lo que escribe Fuentes. Por el otro lado está todo lo que se escribe sobre el Che Guevara que pasó a ser una especie de producto de Disney, la estampa de su rostro es casi lo mismo que el logo de Coca-Cola, y bien podrían publicar cientos de cosas sobre el Che para vender a proporciones industriales.
En Cuba hay dos nombres que son sagrados. Uno es José Martí y el otro el Che. Al Che lo sentimos muy nuestro, sabemos que es una figura internacional y que su ejemplo va a perdurar siempre, pero es nuestro y profundamente amado por el pueblo cubano.
En lo personal no me gusta verlo en las remeras, llaveros. Leo con profundo interés todo lo que escribió, creo que fue un gran escritor, no diría nada nuevo si digo que fue un gran guerrillero, sino que también rescato al hombre culto que era, como aprovechaba el tiempo para leer, en esas fotos encaramado en la copa de un árbol leyendo incansablemente. Mi padre fue amigo personal del Che, y tuvo la suerte de coincidir con él en un viaje a París cuando estaba entusiasmado con sus proyectos en Africa. Estuvieron como doce horas en el aeropuerto por un problema del avión, y mi padre me lo recuerda como un hombre polemista, odiaba que lo adularan, le encantaba polemizar y mi padre disentía en esa charla con el Che sobre unos temas sobre la cultura. Entonces el Che le dice: “¿Por qué no polemiza conmigo?”, y mi viejo le respondió: “¿Y quien carajo soy yo para polemizar con usted, quién lo va a publicar”. El Che le respondió que le enviara el material y él lo publicaría y mantendrían la polémica, que lamentablemente se cortó cuando viajó al Congo.
Entonces hay que conocer además del gran guerrillero, al hombre, a la persona. Los poemas, como Faraway,  que tenía en su despacho antes de partir.
Recuerdo el día que lloré la muerte del Che, que fue una herida para mi pueblo que nunca va a cicatrizar. Entonces no me gusta verlo en esta cosa comercial, y él lo hubiese detestado profundamente. Era un hombre como dijo en la carta de despedida a mi pueblo, y le dice a Fidel “se que a mis hijos no le va a faltar nada material”, y es que a él nunca la interesó nada material.
Hay millones de anécdotas como cuando salía de gira como representante de Cuba, y siempre estaba vestido con la misma ropa militar de campaña, y llegó un momento en que era una imagen un tanto fuerte en los círculos diplomáticos, entonces un compañero de él que lo quería mucho, le dijo “Comandante, creo que debe vestirse un poquitico más…lo va a recibir un presidente”, y el contestó “Pero ¿estoy mal?”, entonces agarró y se sacó el pantalón por afuera de los borceguíes. Esa era toda la concesión que iba ofrecer, para él ya era un signo de elegancia como si estuviera vestido de Arman. Eso da una idea que le importaba tres carajos todo lo que fuera imagen y esas cosas.
Me encantaría tener mi casa empapelada con su cara, para verlo todos los días, es más, cuando tenía doce años y quería renovar mi cuarto, decidimos comprar afiches de películas junto a mi hermana, y mi padre me trajo una foto del Che y todos las noches me dormía leyendo una frase del Che que estaba al pie de la foto y la recuerdo de memoria: “Dejeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor”. Eso me marcó enormemente, aunque en ese momento no la comprendía por mi edad. No es la imagen del hombre rudo, con el fusil…

De ahí la cuestión de la industria que gira alrededor de la imagen del Che, las películas que están en rodaje, que era un guerrillero indoblegable que se enfrentaba a cualquier adversidad, pero cercenando el resto de su personalidad.
No cabe la menor duda de que era un hombre rudo, porque se acostumbró a la rudeza del hombre de la montaña. Pero era un hombre muy ávido, la vida no le alcanzaba para todo lo que quería hacer. Fidel mismo no sabía qué hacer con él para atarlo, lo ponía a trabajar en tal lado, en otro…digo esto porque también hay una campaña tratando de dilapidar la amistad tan hermosa que hubo entre Fidel y el Che, como hacen con Camilo y Fidel.
Esa idea idiota, de que Fidel quería sacarse del medio al Che, es tan bochornoso que no encuentro palabras para eso. Fidel amaba profundamente al Che. Fue ministro de Hacienda, fue el primer presidente del Banco Nacional de Cuba…¿qué sabía el Che de moneda? Eso era que quería retenerlo, y lo que pasa es que el Che no soportaba estar detrás de una oficina, era un hombre de acción.
En la Feria del Libro, en el stand cubano, se trajo aquí un libro que se llama “Fidel y el Che, una amistad entrañable”, y es sintético, sólo de fotos. Si uno escribe las cosas que decía uno de otro, puede interpretarse, en cambio las fotos con esos dos hombres riéndose, caminando descalzos, las sonrisas sinceras que se daban.

En cuanto a los cambios políticos en la región, más allá de los matices, ha habido un cambio sobre lo que pasó en la década de los ’90 y esto modificó la relación con Cuba. Ahora bien, el intercambio que vemos, por ejemplo, entre Venezuela y Cuba con el plan de petróleo por medicamentos, ¿es posible extenderlo a lo cultural?
Hay que ser claros que Venezuela vende el petróleo, a buen precio y que podemos pagar, y nos lo mantiene estable más allá de lo que pase en el mundo. Se lo trata como trueque pero no lo es. Es una cuestión de internacionalismo proletario. Mandamos médicos a Venezuela a lugares donde no van médicos venezolanos, pero con el proyecto de adiestrar al personal venezolano para que nos sustituya.
En Cuba está la Escuela Latinoamericana de Medicina, ELAM, donde se dan clases gratuitas a estudiantes pobres de toda Latinoamérica y también de los Estados Unidos, de manera tal que logremos formar un personal médico que nos sustituya en esos lugares.
Desde el punto de vista cultural, creo que va a ser una fase posterior. Debo decir con mucho orgullo por la labor constante y  mantenida durante cuarenta y cinco años de Casa de las Américas, siempre existieron los vínculos culturales con Latinoamérica, no es que estamos descubriendo nada. Pero es cierto que con los cambios de gobiernos, lo cierto es que hay otra apertura, como los festivales de cine cubano que se realizan aquí, o mismo en esta ocasión celebramos el Día de Cuba en la Feria del Libro de Buenos Aires, que en los ’90 no podríamos haberlo hecho.
En Cuba, la Feria del Libro del 2004 estuvo dedicada a Brasil, la de este año a Venezuela, el año que viene la Feria del Libro de La Habana estará dedicada a la Argentina. Y es cierto que hay más interés por editoriales de Venezuela por publicar libros de autores cubanas, lo mismo en la Argentina aunque aquí hubo siempre más solidaridad.
Pero es cierto, que estos cambios políticos al largo plazo influyen y a la larga habrá mucho más intercambio, aunque primero, y es no sólo entendible sino obvio, hay cuestiones de fondo para resolver, porque no podemos tener un desarrollo cultural sin asegurar la alimentación, sin un buen sistema de salud, educación y empleo.
Junio 2006



[1] El Período Especial fueron años de racionamiento de todo tipo en la vida socioeconómica cubana tras la caída de la Unión Soviética y el Bloque Socialista.

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