Una guerra en curso en el tablero del Gran Juego


Mientras Estados Unidos eleva la retórica contra Irán, Washington lleva adelante otra guerra clandestina contra Pakistán, en la que la CIA y los servicios secretos pakistaníes, el ISI, son los protagonistas de una trama en la que participan el Mossad, el MI6 y el DGSE francés y una serie de organizaciones terroristas creadas y financiadas por los organismos de inteligencia estadounidenses para atraer y desgastar a la Unión Soviética en el capítulo final de la Guerra Fría, y ahora son la excusa para la presencia occidental en la región. Armas nucleares, China, Rusia, Irán y la India son los ejes de este conflicto.



Por Gabriel Martin
El 11 de septiembre de 2001 un grupo de terroristas de Al Qadea actuaron con una efectividad del 100% en el secuestro de cuatro aviones comerciales. Necesitaron sólo utensilios plásticos. Volaron casi una hora por el cielo de la principal potencia militar del planeta sin ser molestados por el más descomunal aparato militar de la historia de la humanidad.
Un avión cayó en Shanksville, Pensilvania, por la acción heroica de unos pasajeros que logaron hacer caer el vuelo 93 de United Airlines. Los restos de la aeronave inéditamente en toda la historia de la aviación se evaporaron.
El vuelo 77 de American Airlines encogió sus 38 metros de envergadura y apenas hizo un hueco menos a 13 metros en su impacto contra el Pentágono, evaporándose las dos turbinas Rolls Royce fabricadas en la más resistencia aleación, así como todos los restos identificables del avión.
Y el evento más conocido tuvo lugar en Nueva York donde el vuelo 11 de American Airlines y el 175 de United Airlines derribaron las Torres Gemelas del World Trade Center, que se desplomaron a velocidad de caída libre como ningún otro edificio lo hizo en ninguna catástrofe conocida en el mundo, presuntamente por la temperatura muy superior a la que alcanza el combustible, rozando los 1200 grados. De ese literal infierno, Associated Press y ABC News informaron que el FBI había encontrado intacto el pasaporte de Satam al Suqami, nacido en Arabia Saudita en 1976.
La Torre 7 del WTC se desplomó en caída libre sin ningún impacto o estallido que lo justifique.
Sin ningún afgano involucrado, esta fue la versión oficial que llevó a la ocupación de Afganistán.
El 5 de febrero de 2003, el secretario de Estado Colin Powell se dirigió con paso firme y tranquilo al asiento estadounidense en la ONU. Aunque suele ser manipulado por expertos en las más estrictas normas de seguridad conocidas, Powell sacó de su bolsillo un tubo con el suficiente Antrax para acabar con todas las Naciones Unidas.
Nunca se encontraron WMDs, las armas de destrucción masiva, de Saddam Hussein, pero esa fue la versión oficial para invadir Irak.
El 2 de mayo de 2011 el presidente estadounidense Barack Obama caminó directo a la cámara para decirle al mundo que Osama Bin Laden había sido asesinado en Pakistán tras una operación encubierta. De este modo el líder de la organización terrorista más sofisticada, capaz de llevar un múltiple atentado con una sincronización inédita al otro lado del mundo y contra la principal potencia mundial, moría con la única custodia de dos mujeres y sin disparar un solo tiro.
Esa es la versión oficial.
Oficialmente Bin Laden nunca fue acusado por el FBI de los atentados del 11 de septiembre. Dijeron no tener pruebas.
Otra historia oficial comienza a solidificarse en Occidente: los talibanes sólo existen por la incapacidad de Pakistán de controlar sus fronteras afganas y la complicidad de su corrupto servicio de inteligencia con el terrorismo. Pakistán posee armas nucleares y en semejante grado de ingobernabilidad, podría caer en manos del fundamentalismo. Y el villano de la nueva obra se llama Haqqani.

La Red Haqqani
El portavoz de la Casa Blanca Jay Carney informó a la prensa que "Sabemos que la red Haqqani es responsable del ataque contra nuestra embajada en Kabul"[i] acontecido el 13 de septiembre de 2011, por lo que instaban al gobierno de Pakistán a cortar sus vínculos con la organización terrorista.
El almirante Mike Mullen, el más alto rango militar de EEUU,  había acusado el 22 de septiembre  al Inter-Services Intelligence (ISI), el servicio secreto pakistaní, de orquestar operaciones terroristas de alto perfil en Afganistán. “Con el apoyo del ISI, los miembros de Haqqani planearon y realizaron el ataque contra el puesto de la OTAN (NdR: atentado del 10 de septiembre al sur de Kabul con al menos cinco muertos y 77 heridos) y el asalto contra nuestra embajada”[ii] apuntó el almirante Mullen ante el Senado estadounidense.
Durante el encuentro anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la ministro de relaciones exteriores de Pakistán, Hina Rabbani Khar señaló en una entrevista a Al-Jazeera que, si se trata de vínculos de inteligencia, “estoy segura de que la CIA tiene vínculos con muchas organizaciones terroristas alrededor del mundo”, y puntualmente sobre la red Haqqani concluyó: “Esa organización fue el muchacho de ojos azules de la CIA durante muchos años”[iii].
El ministro del interior pakistaní Rehman Malik había ido más lejos que su par de exteriores Hina Khar: un día antes dijo que no fue Pakistán sino la CIA quien creó y entrenó a la red Haqqani[iv].
El vínculo de la CIA con Jalaluddin Haqqani fue relatado por Steve Coll en el libro que le valió el Pulitzer 2005[v]. Al igual que Osama Bin Laden, Haqqani fue uno de los yihadistas que combatió contra la ocupación soviética de Afganistán y recibió apoyo de múltiples servicios de inteligencia.
Uno de los pilares de la política exterior de Ronald Reagan en Afganistán fue el príncipe saudí Turki al Faisal, jefe del Istajbarat, los servicios secretos de Arabia, entre 1977 hasta agosto de 2001 cuando se mudó a Londres para asumir la embajada en Gran Bretaña.  Por aquel entonces a poco  antes de que comenzara la ocupación de Estados Unidos de Afganistán, Jalaluddin Haqqani fue visto por última vez  en el sur del país y su hijo Sirajudin Haqqani quedó como cabeza visible de la organización. El Istajbarat y el ISI fueron usados por la CIA para enviar dinero y armamento a los muyahidines y al mismo tiempo poder negarlo ante Moscú[vi].
La estación de la CIA en Islamabad calculaba para 1989 que había al menos cuatro mil árabes combatiendo en Afganistán contra la ocupación soviética, entre los que se encontraba Osama Bin Laden, liderados principalmente por Abdul Rasul Sayyaf, afincados desde la provincia sureña de Patkia, quien era patrocinado por Turki al Faisal y organizaciones wahabíes de caridad a través del ISI. Y fundamentalmente en 1989 fue la misma CIA la que directamente introducía armas en Patkia a través de la frontera pakistaní.
Haqqani operaba desde la región del Parachinar en Pakistán, un enclave estratégico que apunta directamente a Kabul, sostenida entonces por los soviéticos. Steve Coll afirma que existía un vínculo entre Haqqani y Bin Laden ya que el primero oficiaba de nexo con el ISI.  Pero Haqqani fue un comandante de suma confianza en la guerra encubierta que Estados Unidos libraba contra la URSS en Afganistán ya que la CIA le brindaba los más novedosos armamentos y lo consideraban un comandante probado, capaz de poner rápidamente a grandes cantidades de voluntarios árabes en el campo de batalla, lo que le valía el apoyo total de la Central de Inteligencia Americana.
Precisamente por Parachinar pasó Osama Bin Laden a fines de 2001 mientras los B-52 estadounidenses lanzaban las 1228 bombas de racimo sobre Afganistán, para luego volver sobre sus pasos hacia Khost, y posteriormente cruzar una vez más la frontera pakistaní para refugiarse con Jalaluddin Haqqani en su santuario a los ojos del ISI en Waziristán del Norte, desde donde la CIA lo escuchó dirigirse por teléfono satelital a los combatientes en Tora Bora. Los servicios secretos pakistaníes también permitieron a Gulbuddin Hekmatyar afincarse en la Provincia Fronteriza del Noroeste (NWFP) y abrir una oficina el Hebz-e Islami en Peshawar.
Peter Tomsen fue enviado especial del Departamento de Estado como representante ante la Alianza del Norte entre 1989 a 1992, señaló en una entrevista a la PBS que tanto la infraestructura de los campamentos de Al Qaeda, Haqqani y otros grupos jihadistas fueron construidos con dinero y materiales brindados directamente por los Estados Unidos. “Nosotros le dimos a Haqqani su infraestructura”[vii], destaca Tomsen que a lo largo de la entrevista arguye que tanto Bin Laden como Haqqani fueron una suerte de males menores que tuvo que aceptar la CIA para enfrentar a los soviéticos y que se fueron de control debido a un juego de doble cara por parte de Pakistán, jugando como aliado de EEUU y al mismo tiempo apoyando a los talibanes a través del ISI.
Charlie Wilson fue diputado por Texas del Partido Demócrata desde 1973 a 1997. Pero su actuación más importante fue como actor clave en la Operación Ciclón, la acción encubierta más grande lanzada jamás por la CIA que fue, nada más ni nada menos, que el suministro constante de armamento e información que permitió a los muyahidines afganos derrotar al aparato militar de la Unión Soviética.
El secretario de Defensa Robert Gates durante el último tramo de la presidencia Bush y los dos primeros años de Obama,  fue director de la CIA desde 1991 a 1993, pero tuvo allí una extensa carrera desde que fue reclutado a mediados de los ’60. En un discurso pronunciado en 1999 dio un discurso en el que señaló que “la CIA tuvo grandes éxitos en las operaciones encubiertas, tal vez la más importante de todas ellas fue en Afganistán donde la agencia introdujo billones de dólares  en armas y demás suministros para los muyahidines”[viii]. Casi toda esa asistencia en la que Gates trabajaba, mientras era el segundo de la CIA entre 1986 y 1989, para hacer llegar a Afganistán, iba principalmente a la Red Haqqani y al Hezb-e Islami de Gulbuddin Hekmatyar[ix].
La colaboración de la CIA con Haqqani fue tan estrecha que Charlie Wilson había sido su huésped en 1987 y lo calificó de ser “la bondad personificada”. Años más tarde llegó a contar en una entrevista al diario The Times, de Londres, que los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo habían hecho recapacitar pero “Haqqani me protegió y nunca lo olvidaré, me encantaría volver a encontrarme con él”[x]. Al momento de esas declaraciones los Haqqani llevaban nueve años entre los principales objetivos de la “Guerra contra el Terror”.
Hekmatyar fue también una pieza fundamental en la guerra que aceleró el tobogán de la implosión soviética. El propio Hekmatyar fue quien ideó los ataques yihadistas contra las fuerzas de Moscú en su propia frontera, en lo que hoy es Uzbekistán, autorizados por Ronald Reagan y su asesor de seguridad nacional William Clark, con explosivos brindados por la propia CIA para atacar y sabotear objetivos soviéticos.
Hay un aspecto prácticamente desconocido de la propaganda oficial estadounidense que  señala que el proyecto de ayuda encubierta a los muyahidines afganos comenzó después de la invasión soviética del 24 de diciembre de 1979. Paul Fitzgeral y Elizabeth Gould fueron los primeros periodistas estadounidenses que cubrieron la invasión soviética y afirman en su libro Afghanistan´s untold story que cuando Jimmy Carter pronunció el discurso señalando que el avance ruso era “la mayor amenaza a la paz desde la Segunda Guerra Mundial”, en realidad este había sido escrito tiempo antes de que esto ocurriera.
Pero no son periodistas quienes confirman que el suministro a los muyahidines afganos comenzó antes y no después de la intervención soviética precisamente con el motivo de atraer a Moscú a lo que se transformaría en su propio Vietnam. En 1996 Robert Gates publicó en sus memorias que la CIA había ayudado a los afganos precisamente para forzar el ingreso del Ejército Rojo[xi]. Nótese que al momento en que Gates publica su libro, la URSS acababa de desmembrarse, aún estaba lejos de difundirse la amenaza del terrorismo global como noción y la CIA, que Gates había dirigido, se adjudicaba las mieles de haber vencido en la Guerra Fría.
Y tal vez el mayor cerebro de la política exterior estadounidense, Zbigniew Brzezinski, el halcón miembro de la Trilateral Commission que fue Consejero de Seguridad Nacional Jimmy Carter, aseveró: “Sí, la CIA entró en Afganistán antes que los rusos”. Confirmando lo dicho por Gates en sus memorias, Brzezinski dio una entrevista al semanario francés Le Nouvel Observateur en la que explica: “La historia oficial que dice que la CIA comenzó a ayudar a los muyahidines en 1980, luego de la intervención soviética. Pero la realidad es totalmente distinta: el 3 de julio de 1979 (cinco meses antes de la invasión rusa) el presidente Carter firmó la primer directiva de asistencia clandestina a los oponentes al régimen prosoviético de Kabul, y ese mismo día le escribí al presidente una nota en la que explicaba que esa ayuda provocaría la intervención soviética”[xii].
En aquel invierno septentrional de 1998, Brzezinski afirmaba que no se arrepentía del apoyo a los muyahidines: “¿Qué es más importante en términos de historia mundial? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Unos cuantos musulmanes agitados o la liberación de Europa Central y el fin de la Guerra Fría?”.
Desde sus primeros días en la Casa Blanca, Barack Obama reposicionó a Pakistán en el mapa. Durante el gobierno de George W. Bush, Islamabad fue abiertamente el principal aliado en la región, legitimando inclusive a Pervez Musharraf que tomó la presidencia pakistaní mediante un golpe de Estado en 1999. Pero una década más tarde Obama dijo que luego de seis años de guerra, los talibanes controlan parte de Afganistán y Pakistán y reclamó a estos últimos que deben demostrar su compromiso con la estabilización sobre la frontera afgana[xiii].
A cinco años de la ocupación de Afganistán comenzó a tomar forma el principal argumento del conflicto con Pakistán: la región occidental se había transformado en un nuevo Estado fallido que no podía ser controlado por Islamabad y servía de santuario a los talibanes para desestabilizar Afganistán.
El Centro del Combate al Terrorismo de la academia de West Point publicó en julio de 2011 un documento elaborado por Don Rassler y Vahid Brown “The Haqqani nexus and the evolution of al-Qai´da”. A lo largo de sus cincuenta y seis páginas describe a la red Haqqani como una organización autónoma que opera tanto en Afganistán como Pakistán y que pivotea como fuente de tres niveles de militancia local, regional y global de una yihad mundial en expansión.
Entre las organizaciones que Estados Unidos consideran justificativos para la política bélica en la región y apuntar a Pakistán se encuentra el Quetta Shura, un grupo de talibanes afganos que luego de la ocupación de su país en 2001 se afincaron en Quetta, en la provincia de Baluchistán, Pakistán. En 2009 el Quetta Shura fue sugerido a Obama por el general Stanley McChrystal, entonces jefe de la ISAF en Afganistán, como el principal enemigo de las fuerzas internacionales.
El nombre de esta organización responde simplemente a que se trata de un consejo (shura) radicado en Quetta que dirige a cuatro consejos regionales de talibanes, liderados por el Mullah Omar. En octubre de 2011 enviados de Estados Unidos establecieron contacto con miembros del clan Haqqani y el propio Sirajuddin Haqqani habría dicho que sólo el Quetta Shura liderado por Omar podría encabezar un proceso de paz, pero según el analista Arif Rafiq, la intención de Hillary Clinton es la de separar a Omar de ciertos elementos del consejo[xiv].
El Quetta Shura encabeza los cuatro consejos militares regionales. Los otros tres se encuentran en Peshawar, Miramsha y Gerdi Jangal, todos en Pakistán; también conduce los diez comités que van desde lo militar, cultural, reclutamiento, finanzas y educación[xv].
Hasta septiembre de 2010 el Tehrik-i-Taliban era una organización terrorista pakistaní que sólo actuaba contra el gobierno de Islamabad desde las Areas Tribales de Administración Federal (FATA por sus siglas en inglés). Pero el gobierno de Obama incluyó al grupo dentro de Lista de Organizaciones Terroristas Extranjeras del Departamento de Estado y puso precio a la cabeza de Hakimullah Mehsud y Wali ur-Rehma Mehsud. 
El 1º de mayo de ese año, una Nissan Pathfinder fue descubierta con rústicos explosivos caseros en Times Square, pleno corazón de Manhattan y todos los ojos se posaron una vez más sobre Al Qaeda. Dos días más tarde el alcalde Michael Bloomberg afirmó que no fue el grupo de Osama bin Laden, ni ninguna otra organización importante. Pero apareció un video de menos de un minuto circulando en internet en que un grupo talibán pakistaní se adjudicaba el fallido atentado, el cual igualmente fue desestimado por la policía neoyorkina[xvi].  Una semana más tarde la versión cambiaría: el fiscal general Eric Holder afirmó que Faisal Shahzad, ciudadano estadounidense nacido en Pakistán,  intentó cometer el atentado luego de ser entrenado y financiado por talibanes pakistaníes y que además, estaba vinculado con Al Qaeda. John Brenna, asesor de Obama en contraterrorismo apuntó directamente al Tehrik-i-Taliban[xvii].
El jueves 27 de octubre de 2011 Hillary Clinton pareció soprender a todos cuando compareció ante el Comité de Asuntos Internacionales del Congreso, al decir que Estados Unidos está dispuesto a involucrar a la Red Haqqani, al Quetta Shura Taliban y al Mullah Omar en negociaciones de paz. Pero una pregunta de la diputada Ileana Ros-Lehtinen (R, Florida) sobre si la estrategia era negociar o atacar a la red Haqqani, mostró la ambigüedad de la secretaria de Estado: “Ambas”, respondió[xviii]. Mientras Estados Unidos habla de amplias negociaciones para estabilizar la región, también usa a esas organizaciones para todo lo contrario.
Según el gobierno afgano, fueron precisamente el Quetta Shura con el ISI detrás, los responsables del  asesinato de Burhanuddin Rabbani, que llegó a la presidencia de Afganistán tras el derrocamiento del gobierno pro-soviético en 1992 y duró hasta la toma del poder por los talibanes en 1996. En los últimos años Rabbani estaba a la cabeza del Alto Consejo para la Paz negociando entre la OTAN, el gobierno títere de Kabul y los talibanes, pero el 20 de septiembre de 2011 un supuesto enviado talibán se inmoló en su casa de la capital afgana. Shafiqullah Tahiri, vocero del Directorio Nacional de Seguridad, el servicio de inteligencia de Afganistán afirmó tres días después que el Quetta Shura estaba detrás del atentado[xix]. El ministro del Interior Hameedullah Mohammadi dijo no tener dudas de que el ISI estaba detrás del crimen[xx].
Así de ambiguas son los juegos públicos sobre el terrorismo. Siguiendo el relato de la CIA, el ISI entrena y financia a los talibanes, alojó en Quetta a sus líderes que complotaron el asesinato de Rabbani,  mientras que Osama bin Laden fue ultimado en Abbotabbad, en las cercanías de una base militar pakistaní, y también está detrás de la Red Haqqani. Al mismo tiempo, el Tehrik-i-Taliban actuó siempre contra el gobierno de Islamabad y el ISI, pero resulta el grupo de Mehsud trabaja con las organizaciones financiadas por el ISI: al Qaeda, Haqqani y Quetta Shura.

India en el tablero
Estados Unidos oficialmente siempre dijo desconfiar en la política de doble rostro jugada por Pakistán. Desde los ‘70 Islamabad jugaba la carta de ser el único control al extremismo para recibir ayuda occidental, mientas empleaba a estos contra India en la disputa por Kachemira.
Washington debía hacer la vista gorda para mantener a Pakistán dentro de su esfera, aunque desconfiara de que el ISI apoyara bajo la mesa a los talibanes para extender su influencia en Afganistán.
Pero, ¿y si la CIA juega su propia partida de doble pista para justificar su injerencia en Asia Central? En ningún momento desconoció los vínculos del ISI con los muyahidines, especialmente con Bin Laden, Haqqani y Hekmatyar precisamente porque usaron a sus pares pakistaníes para financiarlos, armarlos y construir sus bases operativas. Cuando el 10 de diciembre de 2001 un agente de la CIA escuchó a Bin Laden hablar por teléfono satelital, Gary Bernsen, hombre de la central de inteligencia solicitó al general Tommy Franks, jefe del CENTCOM que desplegara tropas de asalto para evitar que escapara a Pakistán, pero su respuesta fue no movilizar ni a un solo infante.
La estrategia militar pakistaní siempre estuvo apuntada con la India, por quién inició su carrera para desarrollar capacidad atómica, llegando en diversas oportunidades al borde de una guerra nuclear. La preocupación de Pakistán es restringir la influencia de la India y en 2008 el ISI fue acusado por Estados Unidos de haber orquestado con Haqqani el atentado del 7 de julio contra la embajada india en Kabul que dejó más de cuarenta muertos. La acusación de Washington fue que el ISI preparó el atentado usando a los Haqqani para enviar un mensaje a Nueva Deli por su participación en Afganistán[xxi].
Más de la mitad del dinero que la India envía al extranjero lo destina a Afganistán para la construcción de rutas e infraestructura, como así también al entrenamiento de la policía en contraterrorismo.
En 2004 la India y Pakistán iniciaron un proceso de paz luego de haber estado a las puertas de la cuarta conflagración en la historia de ambos países desde la independencia de Gran Bretaña, tras las pruebas nucleares que ambos países realizaron con éxito en 1998. Pero mientras se acusaba al ISI del atentado en Kabul contra la embajada India, un puñado de pakistaníes desataron el terror en Bombay, entre el 26 y 29 de noviembre de ese 2008, con masacres contra civiles en una estación de trenes y varios hoteles céntricos, dejando 174 muertos y más de 300 heridos.
Los atentados de Bombay fueron adjudicados por el desconocido grupo Muyahidines Deccan[xxii], que provendría de la Meseta Deccan que abarca casi toda la región sur de la India, una extensión similar a la de Turquía. La India luego culparía al Lashkar-e Toiba, una organización separatista Cachemira que ya había atacado el parlamento indio en diciembre de 2001.
Esta oleada de atentados llevó al canciller indio Pranab Mujerjee a anunciar el congelamiento de  las negociaciones entre ambos países[xxiii] y la India se involucró aún más en los eventos afganos mientras crecía el sentimiento antipakistaní en su población. En apenas 96 horas de terminados los atentados de Bombay, Estados Unidos y la India comunicaron en conjunto que no tenían prácticamente dudas de que Pakistán estaba detrás del complot y el general Mike Mullen viajó con la secretario de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice, a Nueva Deli[xxiv].
Al cuarto día del ataque terrorista, el New York Times publicó a una fuente anónima que afirmó que los servicios de inteligencia habían determinado que los terroristas fueron entrenados por el ISI en Pakistán[xxv].
Bombay 2008 fue impulsado como el 11/S de la India en el tablero de la denominada Guerra contra el Terror. Se profundizó la percepción xenófoba del “choque de civilizaciones” en que los estados parias patrocinantes del fundamentalismo desatan baños de sangre contra todos los que no sean musulmanes dentro de un plan de yihad global. Una semana más tarde cuatro aeropuertos de la India fueron puestos en alerta bajo la supuesta amenaza de que podrían secuestrarse aviones para producir atentados del estilo de los acontecidos en Estados Unidos en 2001[xxvi].
Si Pakistán quiso enviar un mensaje a la India, consiguió todo lo contrario de lo que supuestamente buscaban esos atentados, y todo lo que quería Estados Unidos: la participación de la India se profundizó y tres años más tarde el presidente Hamid Karzai firmó el primer acuerdo de seguridad estratégico de Afganistán con otro país, precisamente con su par indio Manmohan Singh, y ambos alegaron que la principal amenaza era la Red Haqqani[xxvii].
A lo largo del segundo mandato de George W. Bush, los Estados Unidos y la India negociaron un acuerdo nuclear que finalmente fue sellado por Obama, permitiendo a India la compra de combustible nuclear y tecnología bélica por fuera de los marcos del Acuerdo de No Proliferación Nuclear, siendo Nueva Deli el único gobierno que lo tiene permitido. El uranio importado de Estados Unidos es destinado al uso civil, liberando la producción local para el desarrollo del arsenal nuclear indio[xxviii].  El acuerdo incluye además entrenamiento especial a la aviación india en el uso de bombas anti-bunker y recolección de inteligencia sobre la ubicación del arsenal nuclear pakistaní.  También el ministerio de Energía de Australia avanzó en negociaciones secretas con Estados Unidos para proveerle uranio a India antes de 2016[xxix].
Ante la escalada de las tensiones contra la India, Islamabad notificó a la OTAN que debería debilitar su participación en el control de la frontera afgana porque debería movilizar unos cien mil efectivos de esa región hacia la frontera india. Es decir, los atentados de Bombay congelaban las relaciones entre India y Pakistán, y dejaban las regiones tribales limítrofes del segundo con Afganistán bajo control virtual de Estados Unidos y sus aviones Predators.
El consultor en seguridad y comentarista político pakistaní Zaid Hamid llegó a afirmar que los ataques de Bombai fueron orquestados por el RAW (Research and Analysis Win, los servicios secretos de la India) junto a la CIA  y el Mossad para escenificar un 11/S que desestabilizara Pakistán.
Pero hay que volver dos meses antes de los atentados en Bombay y atravesar el globo hasta Estados Unidos para comprender qué se tejía tras bambalinas.
El 6 de septiembre de 2008 el presidente pakistaní Asif Alí Zardari asumió la presidencia y a fines de mes se reunió con su par George W. Bush con motivo del encuentro anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero también estuvo con el jefe de la CIA de la transición hacia el electo Barack Obama, Michael Hyden en una reunión secreta en Nueva York[xxx].
El flamante mandatario pakistaní fue presionado para que releve al jefe del ISI, Nadim Taj, en cuyo lugar fue designado el jefe del Ejército, el general Ahmed Shuja Pasha.
Mientras el general David H. Petraeus fue destinado como comandante del CENTCOM, cuyo primer viaje, a las 72 horas de asumir, fue Islamabad (el 6 de septiembre de 2011, Petraeus sería nombrado por Obama como director de la CIA), Shuja Pasha viajó a Washington para reunirse con la inteligencia estadounidense a finales de octubre.
De los encuentros se supo que Estados Unidos arribó a un acuerdo tácito con Pakistán para proceder con los vuelos no tripulados sobre las áreas tribales, aunque Islamabad impostara quejas públicas, Zardari acordó con la Casa Blanca una serie de objetivos militares encabezados por Al Qaeda y el mullah Omar, el clan Haqqani, Gulbuddin Hekmatyar y Beytullah Mehsud [xxxi]. Pocas semanas más tarde, el baño de sangre de Bombay sirvió para legitimar estas acciones. Y otras.
Fox News, pilar mediático de los neocons, “filtró” a menos de un mes del traspaso del mando a Obama, que había conseguido un documento de la Comisión sobre la Prevención de Armamento de Destrucción Masiva y el Terrorismo[xxxii], dirigidas por los  ex senadores Robert Graham (Dem., Florida) y James Talen (Rep., Missouri) en donde advertían que las intenciones de grupos terroristas de hacerse con armamento nuclear o biológico para atacar los Estados Unidos antes de 2013, y “si uno ve el mapa del terrorismo y las armas de destrucción masiva, todos los caminos conducen a Pakistán”. El diputado Edward Markey (Dem., Massachusetts) afirmó que el reporte “es un llamado urgente a la acción”.
Al culminar su primer año de mandato, Obama autorizó 53 ataques con aviones no tripulados sobre territorio soberano pakistaní, mientras que Bush durante su segundo mandato 2004-2008 había autorizado 43. Según los cálculos de organizaciones humanitarias en 2009, al menos setecientos civiles fueron víctimas de los aviones teledirigidos mientras apenas cinco supuestos insurgentes talibanes fueron asesinados, a razón de 140 inocentes por cada 5 terroristas ejecutados fuera de toda forma legal, aunque la administración Obama alega que está amparado legalmente por normas promulgadas luego del 11 de septiembre de 2001 que se ampara en el derecho de legítima defensa para atacar a los miembros de Al Qaeda y sus aliados. Las cifras más reducidas hablan de unas 2600 víctimas de estos ataques, pero como señala la New America Foundation, apenas 35 eran insurgentes de algún rango relevante, es decir, apenas el 1.3% del total[xxxiii].
En 2010 Obama aumentó los ataques no tripulados en un 122,65% alcanzando las 118 misiones y disparando la hostilidad hacia Estados Unidos en la región. El 17 de marzo de 2011 por ejemplo, una incursión sobre Datta Khel, en la región de Waziristán del Norte dejó 48 muertos y medio centenar de heridos. Mientras la CIA afirmaba haber asesinado a combatientes talibanes, el gobierno pakistaní denunció que se trataba de una jirga, una asamblea local de representantes y ancianos[xxxiv].
En 2001 Estados Unidos apenas tenía cincuenta Predators o Unmanned Aerial Vehicles (UAVs, aviones no tripulados) mientras que en 2011 la flota es de unas siete mil unidades y para el 2012 el gobierno de Obama solicitó al Congreso que otorgue un presupuesto de 5.000 millones de dólares al Pentágono para destinarlo sólo a este armamento[xxxv].
Philip Alston, relator especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales denunció al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que la mayoría de las víctimas fatales de los ataques con drones son civiles, y que el post 11/S fue usado por Estados Unidos para darle a la CIA “licencia para matar” y explicitó que “debido a que los operadores están a miles de kilómetros del campo de batalla, existe un serio riesgo de que se desarrolle una mentalidad PlayStation para asesinar”[xxxvi].
Los civiles asesinados por los aviones no tripulados conforman el rostro más oscuro pero no el único resultado de esta política de la CIA. Por un lado, graves problemas psicológicos e insomnio castigan a los habitantes de las regiones tribales ante el pánico de que un ataque de estos pueda llegar en cualquier momento. Por otro, los habitantes de estas regiones radicalizan más su posición contra Estados Unidos[xxxvii].
Los primeros efectivos militares estadounidenses oficialmente caídos en Pakistán datan de comienzos de 2010 cuanto un ataque del grupo Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) contra una escuela en Koto, en la Provincia de la Frontera Noroeste mató a ocho personas de las que tres de ellas eran soldados de EEUU[xxxviii].
El viernes 7 de octubre cuatro ciudadanos estadounidenses fueron detenidos en la provincia oriental de Punjab, Pakistán, mientras merodeaban bases militares en la ciudad de Jehlum, presumiblemente realizando tareas de espionaje[xxxix].
En febrero de 2011 un contratista de la CIA llamado Raymond Davis fue arrestado en Pakistán por el asesinato de dos jóvenes en Lahore el 27 de enero, aunque EEUU alegó que era parte del staff del consulado (lo cual no sería necesariamente contradictorio) y fue liberado luego del pago de una suma de dinero a las familias de las víctimas y tras intensas negociaciones encabezadas por el embajador en Islamabad Cameron Munter[xl]. Durante el mes de negociaciones por el que EEUU habría pagado dos millones de dólares a las familias de Muhammad Fahim y Faizan Haider, la CIA suspendió los ataques con aviones drones para no entorpecer las negociaciones, aunque adujo que esto correspondía a cuestiones climáticas[xli].
Pero otro tipo de agresiones se teme que la CIA esté llevando adelante contra Pakistán. La Asociación Médica de Pakistán (PMA por sus siglas en inglés) pidió en septiembre de 2011 que las agencias de seguridad investiguen un llamativo brote de fiebre del dengue en la región del Punjab[xlii]. No sería una novedad: la CIA lanzó un ataque similar contra Cuba en 1981 causando 158 muertos y decenas de miles de infectados, un año más tarde la Unión Soviética acusó a la central de inteligencia de lanzar dengue sobre Afganistán, en aquel entonces ocupada por Moscú, desde la propia Pakistán; y en 1985-1986 Nicaragua acusó un colapso de dengue culpando a la CIA. Desde los cuarteles de Langley negaron siempre los cargos pero el Ejército de los Estados Unidos desarrolló desde la década del ’50 colonias de mosquitos con dengue y fiebre amarilla como armamento biológico en Fort Detrick, Maryland.
A comienzos de 2011 en la recóndita ciudad de Abbottabad el doctor Shakeel Afridi dirigió una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis para recabar información de ADN, aparentemente bajo cobertura de la CIA. El 2 de mayo un comando especial, según la versión oficial, acabó con la vida de Bin Laden en su casa de Abbottabad y tres semanas más tarde Afridi fue puesto bajo custodia del ISI acusado de haber conspirado con la CIA utilizando como pantalla el plan de vacunación de Save the Children. Aunque la inteligencia estadounidense negaba las imputaciones, Washington reclamaba que el doctor Afridi fuese puesto bajo su custodia[xliii].

La fórmula perfecta
Pakistán tiene todos los ingredientes para el conflicto esencial por el control de Asia central. Si la justificación de la invasión de Afganistán fueron los talibanes y al-Qaeda, y la ocupación de Irak fue por las supuestas armas de destrucción masiva en manos de Saddam Hussein, Pakistán tiene ambos elementos: áreas tribales autónomas con presencia talibán, redes terroristas y armamento nuclear ya probado a ojos del mundo.
Y aún más. Comparte fronteras con China al este y en el oeste con Irán.
A diez días de haber asumido la presidencia, el New York Times fue directo al grano con un extenso artículo que describía a Pakistán como la peor pesadilla de Obama. Uno de los dos principales diarios del mundo describía que el camino a la dependencia gubernamental pakistaní encargada de mantener a salvo el arsenal nuclear de los terroristas, en Chaklala, era custodiado apenas por un guardia portando un viejo rifle.
En 1998 Abdul Qadir Khan se convirtió en el padre de la bomba atómica pakistaní al dirigir con éxito las pruebas de los misiles nucleares Ghauri I y II. La historia oficial dice que Qadir Khan operó en el mercado negro para hacerse con los materiales necesarios para el plan nuclear pakistaní. Durante el gobierno de Pervez Musharraf, del que Qadir Khan formaba parte del círculo más influyente, el ingeniero confesó en 2004 haber vendido tecnología nuclear a Irán, Libia y Corea del Norte. Obama, que daría luz verde para los asesinatos extradjuciales de Bin Laden en Abbottabad y del ciudadano estadounidense Anwar al-Awlaki en Yemen por ser presuntamente el más efectivo reclutador de Al Qaeda, veía “pasivamente” como Qadir Kahn, un científico nuclear que dijo haber vendido secretos nucleares a los principales enemigos de Estados Unidos, era liberado tras cinco años de prisión domiciliaria a comienzos de 2009[xliv].
A partir del 6 de noviembre de 2008, apenas había sido electo y faltaban pocas semanas para su asunción, Barack Obama comenzó a recibir los reportes diarios presidenciales directamente del director nacional de inteligencia John Michael McConnell. En esos reportes le decían a Obama que unos dos mil científicos pakistaníes educados en el exterior y con conocimiento crítico en asuntos nucleares habían retornado al país. Presumiblemente muchos de ellos tenían simpatía por el islamismo radical.
Tras los pasos de Abdul Qadir Khan estuvo el científico Sultan Bashiruddin Mahmood, el diseñador del reactor de Kushab que produciría el combustible para la construcción de la bomba de plutonio pakistaní. Bashiruddin Mahmood fue descripto como un excéntrico fascinado por  los vínculos entre la ciencia y el Corán, y que según el Washington Post fue detenido un par de semanas después de los eventos del 11 de septiembre de 2001 tras haber pasado los tres años previos viajando permanentemente a Afganistán[xlv].
Para dar más forma aún al terror nuclear, la CIA dijo que Bashiruddin Mahmood le había afirmado a sus colegas que la bomba nuclear debía ser propiedad de toda la comunidad musulmana, y luego de crear una ONG de caridad, Ummah Tameer-e-Nau,  para ayudar a musulmanes en Afganistán, se reunió con los dos líderes de Al Qaeda, Osama bin Laden y Ayman al-Zawahiri[xlvi].
Pero si las organizaciones que operan desde la precariedad de las cuevas del Hindu Kush o las áreas tribales de la frontera, Occidente tiene una organización más sofisticada para apuntar. El Hizb ut-Tahrir, Partido de la Liberación, es una organización política que restaurar el califato y denunció el 13 de octubre de 2011 que el ISI utilizó dos pasquines publicados en urdu para involucrarlos en una revuelta. El vocero del Hizb ut-Tahrir de Pakistán, Naveed Butt emitió un comunicado afirmando que los métodos de militancia violenta son contrarios a la Sharia (ley islámica) y que “en más de cincuenta años de actividad del Hizb, no hubo ni una sola evidencia que lo vincule con la violencia”[xlvii].
En el New Yorker, Hersh afirma que oficiales del gobierno de Obama dan por sentado que el Hizb ut-Tahrir penetró en las fuerzas armadas de Pakistán creando una suerte de logia en la elite de la academia militar, reclutando en los servicios religiosos de los viernes por comandantes y clérigos[xlviii].
Este dispositivo está en marcha. En junio de 2011 The Guardian anunció que el gobierno pakistaní había arrestado al brigadier Ali Khan sospechado de estar vinculado el Hizb ut-Tahrir en el marco de la estrategia de infiltración del grupo en los mandos nucleares del país[xlix]. En 2003 la BBC presentó un reporte sobre la creciente influencia del HuT en Gran Bretaña, luego de haber protagonizado manifestaciones en Dinamarca donde un pequeño grupo lanzaba panfletos contra judíos[l]. La policía de Kirguistán reportó tener detenido a 1166 miembros del HuT[li]. En la campaña de islamofobia destinada a justificar moralmente cualquier agresión en los países de preeminencia musulmana, se destaca el influyente Club 700 de Pat Robertson, un grupo ultraconservador evangelista y prosionista de los Estados Unidos, pilar del Partido Republicano y de George W. Bush, desde su cadena de noticias CBN (Christian Broadcasting Network) afirma que el HuT aceptaría que un Irán con potencial nuclear, aliado a Pakistán, lidere el mentado califato sobre musulmanes sunitas y chiíes[lii]
Varias veces al año el Pentágono y las agencias de seguridad e inteligencia realizan ejercicios de guerra ante escenarios con Pakistán como protagonista y previendo que una organización terrorista islámica se hace con uno o dos dispositivos nucleares. Esos “juegos de guerra” incluyen simultáneamente negociaciones diplomáticas encabezadas por el Departamento de Estado como el despliegue de tropas por parte del Comando Conjunto de Operaciones Especiales. Luego del 11 de septiembre de 2001, el Pentágono junto a la CIA y el Sayeret Matkal, la unidad de elite de Israel, comenzaron a preparar operaciones de penetración, asesinato y destrucción de material nuclear en Pakistán[liii].
Los medios de comunicación hegemónicos de Occidente se hacen eco unánimemente de la teoría publicitada por Washington: Pakistán tiene un juego de doble cara desestabilizando Afganistán para seguir siendo el indeseado aliado necesario de Estados Unidos y la OTAN, y especialmente, para recibir los 7.000 millones de dólares de asistencia militar.
Esa es la teoría. La práctica puede ser bien diferente. En realidad la inestabilidad afgana es la excusa de la permanencia de Estados Unidos y es al mismo tiempo la palanca que desestabiliza a Pakistán.
Más de tres millones de afganos abandonaron su país durante la década del ´80 y el ´90, desde la ocupación soviética hasta la guerra civil, la mayoría terminaron refugiados en precarios campamentos en Pakistán. Antes que comenzaran los primeros bombardeos de Estados Unidos a fines de 2001 decenas de miles de afganos comenzaron a cruzar nuevamente la frontera hacia Pakistán, con el enorme costo social, alimentario y demográfico que hace a Islamabad más dependiente de la asistencia externa, y más débil ante su histórico enemigo, la India. En los peores momentos, la economía pakistaní tuvo que lidiar con cinco millones de refugiados a fines de 2001, en lo que sería una crisis de tres décadas que también afectó a Irán, donde 2.5 millones de afganos buscaron resguardarse de la brutalidad cotidiana, es decir que dos países tuvieron que absorber 7.5 millones de personas.
En 2011 el Alto Comisionado de Refugiados de las Naciones Unidas censaron 3.85 millones de afganos viviendo en campamentos fuera de su país, el 55% en Pakistán y el 45% en Irán. 
La inestabilidad en Afganistán y Pakistán, las tensiones tribales, étnicas y religiosas, son las llaves que permiten el acceso y permanencia de las fuerzas de Estados Unidos y Europa y el despliegue de las redes de espionaje de la CIA, el MI6, el DSGE francés y demás servicios de inteligencia occidentales y el RAW, la agencia de espionaje india.
El accionar de organizaciones terroristas que en su momento fueron usadas por la CIA para desangrar al Ejército Rojo, hacer colapsar a la Unión Soviética y expandir el capitalismo a Europa Oriental en el acto primero del fin de la Guerra Fría y el inmediato comienzo de la globalización, sirven hoy de pretexto en la era post 11/S, para el Gran Juego por el control de Asia Central contra las otras tres potencias regionales: Irán, China y Rusia.

 25/10/2011

@gmartinarg


[i] AFP, EEUU exhorta a Pakistán a “romper” con la red Haqqani, 23/09/2011
[ii] New York Times, Pakistan´s spy agency is tied to attack on U.S. embassy”, 22/09/2011
[iii][iii] Pakistan Observer,  Haqqanis yesterday´s blue-eyed boys of CIA, 27/09/2011
[iv] The Times of India,  26/09/2011
[v] Steve Coll, Ghost War: The secret history of the CIA, Afghanistan, and bin Laden, from the Soviet invasion to September 10, 2001, Penguin Press, 2004
[vi] Chalmers Johnson, Blowback. Costes y consecuencias del Imperio Americano, Editorial Laetoli, Pamplona, 2004, p. 13
[vii] Frontline PBS, Return of the Taliban, 03/10/2010
[viii] BBC, 09/08/2010
[ix] Rick Rozoff, Afghanistan: Charlie Wilson and America´s 30-year war, GlobalResearch, 16/02/2010
[x] The Times, Charlie Wilson´s brother in arms, 12/01/2008
[xi][xi] Robert Michael Gates, From the Shadows: the ultimate insider´s story of five presidents and how they won the Cold War, Simon & Schuster, Nueva York, 1996
[xii] Le Nouvel Observateur, Brzezinski: la CIA est entrée en Afghanistan avant les russes¸Paris, 15-21/01/1998
[xiii] BBC, 27/09/2009
[xiv] The Telegraph, Washington ready to negotiate with Mullah Omar, 28/10/2011
[xv] The Long War Journal, The afghan taliban´s top leaders, 23/02/2010
[xvi] BBC, Failed car bomb was not al-Qaeda plot, says NY mayor, 03/10/2010
[xvii] San Francisco Chronicle, N.Y. bomber has al Qaeda ties, White House says, 10/05/2010
[xviii] Dawn, Clinton wants mulla Omar in peace talks, 20/10/2011
[xix] The Express Tribune (Pakistán), Rabanni murder: Afghan intelligence pins assassination on Quetta Shura, 23/09/2011
[xx] Daily Times (Pakistán), Kabul blames ISI for Rabbani´s killing, 02/10/2011
[xxi] The Washington Post, US Officials: Pakistani agents  helped plan Kabul bombing, 01/08/2008
[xxii] The Guardian, Mumbai terror attacks: who could be behind them?, 27/11/2008
[xxiii] El Tiempo, Proceso de paz entre la India y Pakistán fue congelado por atentados en Bombay, Bogotá, 16/12/2008
[xxiv] The New York Times, U.S and India see link to militants in Pakistan, 02/12/2008
[xxv] The New York Times, Ex U.S. official cites pakistaní training for India attacking, 03/12/2008
[xxvi] The Telegraph, Mumbai attacks: four indian airports on high´9/11 highjacking terrorism alert, 04/12/2008
[xxvii] El País, Afganistán e India firman  un acuerdo de seguridad que inquieta a Pakistán, Madrid, 05/10/2011
[xxviii] Bulletin of the Atomic Scientist, The U.S.-India nuclear deal, one year later, 01/10/2009
[xxix] The Age (Australia), Secret talks with US on uranium sales to India, 10/02/2011
[xxx] The Washington Post, U.S. Pakistan have tacit agreement on airstrikes, 16/11/2008
[xxxi] The Washington Post, A quiet deal with Pakistan, 04/11/2008
[xxxii] Fox News, Nuclear or Bioterror attack on U.S. likely by 2013, panel warns, 02/12/2008
[xxxiii] The Economist, Out of the blue, 30/07/2011
[xxxiv] Financial Times, Drone attack kills 38 Pakistan elders, 17/03/2011
[xxxv] New York Times, Predator drones and Unmanned Aerial Vehicles (UAVs)¸ 12/08/2011
[xxxvi] The Guardian, Leading UN official criticizes CIA´s role in drone strikes, 03/06/2010
[xxxvii] Der Spiegel, Photos from the ground show civilian casualties, 18/07/2011
[xxxviii] El Mundo, 03/02/2010
[xxxix] PressTV y RiaNovotsi, 08/10/2011
[xl] Prensa Latina, 02/10/2011
[xli] The Christian Science Monitor, CIA contractor Raymond Davis freed from Pakistan jail on “blood money”, 16/03/2011
[xlii] Pakistán Observer, 27/09/2011
[xliii] The Guardian, Pakistan “vaccination” doctor accused of treason, 06/10/2011
[xliv] The Washington Post, Nuclear scientist A.Q. Khan is freed from house arrest, 07/02/2009
[xlv] The Washington Post, U.S. worries about Pakistan nuclear arms, 04/11/2001
[xlvi] The New York Times, Obama’s worst Pakistan nightmare, 11/01/2009
[xlvii] http://www.hizb-ut-tahrir.info/info/english.php/contents_en/entry_15006
[xlviii] Seymour Hersh, Defending the arsenal, The New Yorker, 16/11/2009
[xlix] The Guardian, Pakistan army officer held over suspected Hizb ut-Tahrir links, 21/06/2011
[l] BBC, Hizb ut-Tahrir, 27/08/2003
[li] Interfax, 05/10/2011
[lii] CBN, Would muslims accept Iran as leader of new Caliphate?, 26/10/2011
[liii] Seymour Hersh, Watching the warheads, The New Yorker, 05/11/2001

No hay comentarios:

Publicar un comentario